jueves, 27 de septiembre de 2012

JFK - V

Bajamar y niebla
Gracias, Gabi

Dio vueltas a la forma de contestar cortésmente a aquel inesperado mensaje y a la invitación. El encuentro de la mañana la había dejado sin armas para responder. Percibía que había algo en JFK que todavía no había descubierto. Rescató de entre sus papeles un diario que había escrito durante aquellos diez años de relación clandestina y leyó con calma.


“Hoy hemos decidido ir a vivir bajo el mismo techo. Le he dicho que me parecía absurdo alquilar un apartamento, cuando los nuestros ya están pagados. Ahorraríamos mucho. Pero se ha empeñado en que nada puede ligarnos a nada, así que decidimos buscar otro”.


“Me ha costado mucho hacer el traslado, pero la ilusión me ha dado fuerzas. Llevo pocas cosas: ropa, papeles importantes y libros. No sé que habrá empaquetado él, pero me da igual. Lo importante es que a partir de hoy vamos a compartir todo. Hasta el cuarto de baño.”

“A veces no sé en qué piensa. Llega y se tumba en el sofá sin más, sin preguntar nada, sin contar nada. No sé si algo va mal, pero no me gusta su actitud. Este apartamento me agobia, nada es personal en él. Es como si hubiésemos construido algo falso. Todavía sigo sin entender por qué no ha accedido a vivir es su apartamento o en el mío. Esos espacios están vacíos y compartimos algo que nos es ajeno. Ayer he vuelto a mi apartamento al salir del trabajo y me he dado cuenta de las muchas cosas que he dejado atrás. Supongo que a él le ha pasado lo mismo. Se lo he comentado por la noche, pero no contestó.”

Diez años son muy poco tiempo en toda una vida. Sin pensarlo mucho más, contestó a aquel mensaje de correo.

“Mañana a las 20:30h nos vemos, si quieres, en el “Santo y seña” para tomar un café. Después decidiremos. Un abrazo. Sara”.